miércoles, 5 de diciembre de 2012

"¿Quién?"



Enero de 1999, municipio de Mocoa, Putumayo, resguardo indígena Inga de Yunguillo, Extractos de mi diario de campo.
8-1-99
Hoy visité la vereda San Fernando, donde hay un asentamiento de más o menos 14 familias que se ubican sobre la vertiente occidental de la quebrada Santa Isabel.
La vereda cuenta con 8 viviendas de tipo tradicional (piso de tierra, techo de paja, muros de madera mezclada con arcilla pisada) y otras casas de bloque de concreto con techo de zinc. Se ven mas nuevas y mas “modernas”, pero el calor es insoportable.
Eulalia me contó que eso llegó con una donación que pasó por una ley de un volcán (alusión a la ley Paez 1996). Gente de Bogotá se reunió en Mocoa con el gobernador y dos miembros del cabildo y dijeron que bueno, que ellos necesitaban casas… ella no sabe bien, tengo que indagar con el gobernador sobre esas casas.

10-1-99
Reunión con el gobernador, todo grabado…
Sobre las casas en la vereda me dice que eso es muy importante, que vino la gente zeta y hablaron de la necesidad de mejorar las casas, porque el la zona afectada por el volcán, los indios se murieron por malas casas. (usa la palabra indio). Dice el gobernador que la gente zeta contrató trabajadores de la zona para cargar los materiales y luego se hicieron mingas para armar la escuela y varias de las casas porque la gente zeta no quería que se murieran.
Le pregunte quien es la gente zeta y me dice que es una gente importante que viene de Bogotá. Averiguar.

13-1-99
nadie parece recordar la gente zeta o qué es… preguntarle al cura.

25-1-99
el cura dice que la gente zeta poco operó en la zona y eso fue antes de que él llegara, pero que en otros pueblos, por fuera del resguardo han hecho también mejoras en sanitarios y redes de manejo de aguas usadas.

27-1-99
Hoy andaba camino a “las Cortes” (donde se tomaba e transporte para Mocoa) le pregunte a un muchacho que estudia en Mocoa si sabía algo de la gente zeta y me dijo algo extraño. Se reía mucho y me decía noooo, es EL AGENTE ZETA. No entendí. Dice que era una persona que había venido después del 97 por lo de Pastrana y que se estaba siempre atento a lo que la gente necesitaba. Que el agente zeta a veces venía pero nadie lo veía y que era el que pagaba a veces la chicha para las mingas de la mejora del camino, o les paga a las señoras algo por preparar la comida de las mingas.
Muy raro.


2-2-99
Indagando por el agente zeta, llego a una escuela que terminaron de construir hace un año. Tirado en la parte de atrás hay un cartel que dice “Deutsche Gesellschaft für Technische  Zusammenarbeit (GTZ), - Cooperación técnica Alemana-  ellos son la gente zeta… el agente zeta.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La historia de Tim


En 2002 llegué a Ámsterdam a iniciar mi maestría en Ciencias Sociales en un centro internacional de estudios que dictaba todos sus cursos en inglés. Mis compañeros y compañeras venían de muchas partes del mundo, de las cuales yo sabía poco o nada. Uno de ellos era Tim. Su nombre real en chino, nunca lo supimos, porque sólo lo dijo 2 veces seguido de la frase “por favor  solo llamarme Tim”. Él provenía de una provincia en el centro de China, lejos de Beijing.
Yo poco hablaba con Tim porque en ese entonces mi inglés era más bien limitado, tenía mucha dificultad para los acentos marcados y adicionalmente él poco socializaba con las mujeres, sólo con una gringa-holandesa que era maravillosa.
Al cabo de varios meses, nuestra amiga en común celebraba sus 40 años y nos invitó a una cena- fiesta en su casa. Éramos pocos los invitados, pero entre ellos estaba Tim.
Después de varias horas de comer, beber, fumar, reír, nos sentamos en el piso todos a contar historias. Obviamente, “nosotros” –los otros- éramos extraños para los holandeses en muy diferentes niveles…
Entonces Tim empezó a hablar. Mi primera sorpresa fue comprobar que en muy poco tiempo su inglés se había transformado en un hablar pausado, rítmico, sin tonos altos ni bajos y con un poco de acento holandés (mi inglés, también era mejor, aunque por otros motivos yo tenía acento chileno).
Desde pequeño Tim fue identificado como un niño con una capacidad especial para los idiomas porque a los 6 años ya hablaba muy bien su lengua materna (hablada por una minoría étnica de 70 millones de habitantes), cantonés y mandarín básico. Aprovechando sus habilidades, Tim fue instruido en lenguas gracias a lo cual era fluido en inglés, ruso y japonés. No obstante, esas habilidades no eran gratuitas en China, por lo cual fue rápidamente cooptado por el ejercito popular de China, como traductor; su especialidad: documentos encriptados entre el ejercito chino y el ruso. En ese momento mi cabeza ya daba vueltas pensando en los secretos que nuestro tímido y delgado Tim tuvo que leer, traducir y reencriptar… la cantidad de cosas horribles que frente a sus ojos pasaron y él cumplió su misión.
Pero había un punto aún más interesante de la historia. ¿Cómo era que un traductor del ejercito chino termina haciendo una maestría en estudios sociales con énfasis “en género y estudios de sexualidad”?

Abrochen sus cinturones…

Tim era gay. Un alto deshonor para cualquier familia china, pero sobretodo para una orgullosa de tener un oficial en el ejercito. Paradójicamente, todas sus parejas habían sido oficiales del ejercito, casados, con hijos, miembros antiguos del partido etc. Tim, encerrado en un closet, vestía un uniforme militar.
Su trabajo lo deprimía, él quería hacer otras cosas, pero sencillamente estaba sentenciado a ser traductor del ejército para siempre. Este era su don y en consecuencia, eso debía hacer para honrar a China, al ejercito y a su familia.
Un par de veces intento pedir la baja, pero dada la importancia de los secretos que su trabajo demandaba era imposible. La alta confidencialidad de su labor lo obligaba a estar vinculado al ejercito, como traductor, por muchos años.

Un día con algo de efectivo y mucha soledad Tim se aventuró a ir a comprar un par de dvds porno. Cuidadosamente se puso una gorra para ocultar su corte de pelo militar, se armó de valor y se adentró en las calles de distribución de videos prohibidos.
Tim concretó su transacción.
Esa tarde-noche, preparó todo para una sesión de diversión adulta autohomoerótica.  
Entonces le dio play al reproductor de dvd, no bien habían pasado las primeras escenas cuando imagen y audio se detuvieron. Sacó el disco, comprobó que estaba limpio, intentó reiniciarlo y volvió a llegar a la misma escena. No avanzaba más. Con paciencia, retiró el disco y lo cambió por otro que ni siquiera arrancó. Una vez más la calidad del producto pirata chino, lo decepcionó. Inició el procedimiento con un tercer disco que después de hacer muchos ruidos nunca arrancó.
Molesto, pero ansioso, Tim tomó los discos, la gorra y retornó al sitio. Al llegar manifestó su descontento ante el producto pirata sin calidad, en una de esas peleas que desde el inicio uno sabe perdidas; de repente, en medio de una acalorada pelea sonó una sirena: LA POLICIA.
En resumen fue detenido por circulación de material inmoral, por conducta deshonrosa y por incitación a la pornografía. Todo lo anterior junto podía ser suficiente para que pasara una larga temporada en la sombra.
Sin embargo, su castigo llegaría a ser más deshonroso de acuerdo con el ejercito y el partido. Sería retirado del ejercito con baja deshonrosa. Había salido del closet; dentro dejó el uniforme, el corte de pelo al ras y muchos secretos militares entre Rusia y China.
Su madre lloró, su padre lo despreció, pero con sus ahorros, un par de correos y sus suficientes conocimientos de ingles, preparó un dossier para ir a estudiar en Holanda, país conocido por su tolerancia  hacia la identidad sexual.

Años después supe que Tim estaba felizmente casado con un belga, había recibido el asilo político para proteger su derecho a la libre identidad sexual . También había aprendido holandés y alemán. Su trabajo actual es ser traductor de poesía china al holandés.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Un mal viaje



Todo empezó mal.

La agencia de viajes que gestionaba los tiquetes de mi oficina me avisa que, conforme con las políticas internas tenían que hacer la reservación más barata disponible para un vuelo Bogotá - Madrid y oh sorpresa! con una diferencia de tan sólo 15 Euros, resulté en Iberia. Vuelo nocturno que llega a España hacia el medio día y que trata de evitar el jetlag.
Al intentar hacer el check in por internet me contestaba una y otra vez que era imposible habilitar mi entrada. Ya en el aeropuerto la asistente de Iberia me confirma mi temor: mi silla era la última del pasillo, no reclinable al lado del baño y de la estación de azafatas de la cola del avión; de allí su "cómodo" precio. Me esperan 8 horas en esa silla.
Una vez estoy sentada me confirman que el vuelo tiene lleno total, así que es imposible cambiar de silla. Voy equipada con mi ipod y un libro. A mi lado un hombre de unos treinta y muchos o cuarenta y pocos se sienta. Corte de pelo “me lo corto yo solo”, vestido de color marrón, barba descuidada. Amablemente me pregunta si viajo sola... su amabilidad viene contaminada con un serio problema de halitosis, aquella pestilente y fiel residente de los conductos de ciertos humanos. Él, con mucha dulzura me pregunta para donde voy, me cuenta que viaja a tierra santa y que Madrid es sólo un puerto de tránsito... yo pienso: "Hijo mío, ruega por tu alma, porque ese cuerpo está podrido".

Aún no ha despegado el vuelo.

De repente, de la nada un grito desgarrador, a 5 sillas y 4 filas de distancia. Una chica se para y grita, hace ruidos como de posesa...
La madre se para, la abraza y la logra calmar... siempre hay gente con ataques de pánico en los aviones, pero menos mal existe todo un catálogo de fármacos que evita este tipo de situaciones embarazosas... Subo el volumen del ipod, trato de concentrarme en mi libro.
8 minutos más tarde "AGGGHHHRRUUUUUUAAAA" el mismo grito, esta vez medio ahogado, pero igual atemorizante. El caballero del lado, apunta "pobre chica, debe tener alguna enfermedad"... y si tiene TOURETTE... primer caso en vivo y en directo de una enfermedad que siempre sale en la tele.
Despegamos, la chica con Tourette continua profiriendo gritos y gruñidos y mi ipod está apagado por orden del capitán. Mi amable compañero de viaje insiste en propiciar una conversación sobre su transformación espiritual, su necesidad de recorrer tierra santa y cómo la fe lo mejora todo (la halitosis y el Tourette???) le ofrezco un imbatible Clorets, pero lo rechaza porque los chicles estropean los dientes. 
Cuando mira mi libro “Haunted” de Chuck Palahniuk inicia una diatriba sobre cómo uno sólo debe leer literatura inspirada en la mejora del espíritu, es decir, todo lo contrario a lo que yo hago llenándome de motivos para descreer en la humanidad, en los desconocidos, en todo.
El capitán anuncia que a partir de este momento se pueden utilizar los aparatos electrónicos (MI IPOD) y los baños... maravilloso, muchos de los pasajeros vienen aguantando un buen rato así que se apiñan sobre el corredor en el que mi maravillosa silla de promoción está ubicada, corredor estrecho, digamos lo que se asemeja a cualquier medio de transporte masivo donde hay gente de pie, que se apoya, empuja, recuesta sobre quienes están sentados... pero además es frente a un baño... con olor a baño, de avión! Es decir una mezcla entre cloaca y potente desinfectante no que alcanza a actuar antes de ser invadido por otra nueva carga. Uno a uno van pasando, algunos descaradamente intentan leer mi libro, otros me hablan sobre su "prisa de entrar al baño" y muy pocos se lavan las manos después de salir.

Es imposible, no puedo leer, tengo gente recostada en mi hombro, los malos olores me atacan por ambos flancos, la chica con Tourette está empeorando, el volumen de la música no logra tapar sus aullidos, el hombre a mi lado ha empezado a leer pasajes de la biblia en un audible murmullo.
Empieza la película “Click” con Adam Sandler ¡Qué maravilla! afortunadamente, el avión es viejo y sólo tiene una pantalla grande en el centro de la cabina, que es absolutamente imposible divisar desde mi lejana silla.
De repente salen las azafatas para repartir la comida. Obviamente se que seré la última persona en recibir la comida. Espero por casi 40 minutos y en cuando finalmente llega mi turno la azafata dice apenada “Lo sentimos mucho, solo queda una comida vegetariana, que alguien pidió pero no aceptó y pasta con salsa de crema”. Mi intolerancia a la lactosa me obliga elegir el plato vegetariano, con lo cual comí unas fantásticas “habichuelas” (vainita verde, chaucha, judía) con maíz de lata y zanahorias hervidas con aderezo de limón. -“Señorita podría pedirle un gin tonic” le pregunto…
-“Muy bien, pero le aviso que en los vuelos nocturnos solo ofrecemos un trago por pasajero para evitar que importunen a otros pasajeros”… ahh menos mal, porque a mi nadie me está importunando.
Mientras comía, mi vecino insistía en hablarme, en comentarme que su renovación espiritual también incluía cambios en la alimentación y abandonar el alcohol… y yo pensaba, “capaz que un tequila o un whisky mata todo germen en ese tracto…”,  obivamente era más que repulsivo intentar comer.

Cuando los demás pasajeros intentaban dormir, la azafata decidió pedirle a la madre de la chica con Tourette que la trasladaran a un espacio donde molestara menos, dado que sus gritos no permitían conciliar el sueño. ¿Y qué mejor sitio que la estación de azafatas, justo al lado de mi silla?

A lo largo del vuelo, intuyo que muchos intolerantes a la lactosa han tomado la opción de la pasta con crema. El baño se asemejaba entonces al de un estadio de fútbol...

No dormí, no comí, no pude leer, pero todo lo fingía, con tal de que mi compañero de silla no me hablara. Al Ipod se le acabó la batería unas muchas horas antes de aterrizar (maldito nano 1).

Llegamos a Madrid, me bajé liberada a esperar mi maleta. Ella, también liberada  no quiso llegar conmigo.